Photo by Katie Fellows
Me acuerdo muy bien una situación que en mi juventud me llevo casi al punto de dejar de evangelizar. Sucede que cuando yo vine a Andrews en 1971 decidí no solo estudiar, pero también unirme a un ministerio de la universidad en la cual tenía como propósito ir a las diferentes iglesias los sábados para compartir nuestra fé con Cristo por medio de cantos y nuestros testimonios personales. Luego en la tarde íbamos alrededor de la iglesia para compartir literatura adventista. El primer año fue algo tan inspirador para mi así que con gozo decidí unirme a este ministerio el siguiente año. Se unieron nuevos jóvenes al ministerio quienes yo noté tenían una perspectiva diferente de como trabajar. El director del ministerio insistía que teníamos que trabajar como se había hecho así que por un tiempo seguimos visitando iglesias como costumbre. Pero luego se empezó las discusiones fuertes. Me sentí incomodo porque pensé que no podíamos compartir nuestra fe si estamos divididos. Una noche antes de acostarme tomé tiempo para leer los Salmos y me encontré por primera vez a este verso – ¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es que habiten los hermanos juntos en armonía! En la próxima reunión del grupo leí este verso al grupo para nuestra meditación y de allí decidimos orar mas para la presencia continua del Espíritu Santo.
La Biblia nos enseña que el derramamiento del Espíritu Santo en el día de Pentecostés aconteció cuando los discípulos “estaban todos unánimes”. Piénsalo bien. El ambiente de predicar de Cristo parecía difícil. Cuando Cristo fue crucificado los apóstoles por miedo se escondieron. Luego a los tres días vieron al Salvador resucitado. Pasaron 40 días con El y al despedirse, Cristo les dio una orden que parecía imposible cumplir – que prediquen “en Judea, Samaria y hasta lo último de la tierra.” ¿Como podrían hacer eso en el tiempo de un imperio tan cruel con Roma y con el Sanedrín dispuestos a azotarlos? Otro desafío que tenían era que parecía imposible predicar en otros países porque los discípulos sabían hablar un solo idioma. Al fin Cristo les dijo que no se dejen llevar por las circunstancias – manténganse unidos orando por el Espíritu Santo y lo imposible se hará realidad. Y así fue.
Hoy día las circunstancias parecen difíciles en predicar el evangelio. La administración en este país está actualmente haciendo cosas que en nuestra vista humana nos trae desanimo y nos asusta. Aun así, yo creo que Dios está listo a repetir otro Pentecostés en 2025. La División Norteamericana está animando la iniciativa evangelística llamada Pentecostés 2025, con el fin que cada iglesia se envuelva en la predicación del evangelio. ¿Que se necesita hacer? Dios nos desafía hacer lo mismo que los discípulos – que nos unamos con amor como hermanos en Cristo hacer lo que Pablo amonesta en 1 Tesalonicenses 5:17 - “orar sin cesar”. Al hacer eso sin duda Dios dará lo que más necesitamos - el Espíritu Santo.
Carmelo Mercado es el vicepresidente de la Unión del Lago.